Hoy, María, nos dice: Haced lo que Él os diga…

El Evangelio de hoy es la joya en la que podemos aprender qué es y significa la novedad de la Buena noticia y dónde se encuentra la fuente de la perfecta alegría.

La novedad es Jesús… y la fuente de la perfecta alegría es también Jesús.

Jesús pone de manifiesto que Él es la NOVEDAD QUE EL PADRE ENVIÓ AL MUNDO PARA RENOVARLO DESDE LA RAIZ, Y PARA REALIZAR EL ACONTECIMIENTO SALVADOR DE UN VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS, echando por tierra el vino viejo y los odres viejos de una religiosidad de «cumplimiento y si alma», un culto sin corazón y de preceptos vacíos de amor y de la adoración verdadera.

Y Jesús es el manantial de la verdadera alegría. El es EL NOVIO DEL NUEVO TESTAMENTO, el amor fiel, presente en el corazón de todos los seres humanos y fuente inagotable del gozo profundo y de la alegría verdadera. Presente el novio no puede haber lugar para la tristeza.

Y María, es la madre del NOVIO. Aquella que recibió de Él el vino nuevo y la novedad de una religión colmada por la alegría de la encarnación del mismo Dios en el mundo. La Madre del novio que festeja su presencia, festeja su amor, festeja la felicidad del Hijo, festeja sus palabras, festeja todos sus gestos de entrega y de amor. Nadie como Ella supo lo que la presencia del novio pone de novedad y de alegría en la vida de todos los hijos e hijas de Dios. Por eso ella nos invita hoy a mantener la presencia del novio en nuestra propia existencia, a vivir en su amor, en su intimidad, en su Palabra, en su voluntad. Ella nos dice para que podamos vivir en la novedad del Evangelio: Haced lo que Él os diga… porque sabe que con él todo es nuevo y todo es posible.

Aprendamos hoy de María a festejar la presencia de Jesús, el NOVIO DEL NUEVO TESTAMENTO Y SU NOVEDAD, y a buscar la perfecta alegría en su persona, en su presencia y en su amor. A vivir una religión y una vocación con alma y con corazón, festiva, alegre, de signos de vida y de resurrección. El mundo lo necesita. y el P. Fundador dejó como índole de nuestra Congregación el «sacramento de la alegría».

Dejemos de una vez por todas los cultos vacíos y la vocación de costumbres y de reglas sin contenido, sin alma y de caras tristes. Que el novio ponga tanto amor en nuestra vida que, como en María, todo en nosotras rezume amor y caridad, alegría verdadera y júbilo, esperanza y horizontes abiertos de vida y libertad.